Llegaron a casa de David con toda la frialdad de la noche escondida en el cuerpo de ella. Pero, un abrazo de 9 horas que David le dio, derritió todos los hielos que sentía. Sherlock los despertó casi a las 5 de la tarde para recordarle a David que habían quedado en irse a Trinidad la mañana siguiente.
David le volvió a pedir a María que fuera con ellos al paseo. Cuando ella le recordó que no podía, David le rogó que no fuera al Hotel Inglaterra esa noche. Ella le recordó que tenía que ir a su trabajo.
David la regresó al mismo lugar donde, el día anterior, se la habían quitado de sus manos. Al verla atravesar la terraza repleta de turistas sus miedos le pegaron un latigazo, y en contra de su entera voluntad, su pie derecho aceleró el carro para llevar a Sherlock a un paseo…
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